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miércoles, 5 de marzo de 2014

El Respeto

Hoy me levante algo tarde, algo ‘muy’ tarde, en realidad; sin embargo con ganas de escribir; recuerdo una vez haber leído el relato sobre una mujer que se mudó a un pueblo pequeño. Después de estar allí por poco tiempo, se quejó a la vecina del pobre servicio que recibía en la farmacia local. Esperaba que su nueva conocida le repitiera su crítica al dueño de la farmacia.
La próxima vez que la recién llegada fue a la farmacia, el farmacéutico la saludó con una gran sonrisa, le dijo cuán feliz se sentía de verla de nuevo, y que esperaba que le gustara el pueblo. También se le ofreció a la mujer y a su esposo para ayudarles mientras se acomodaban. Luego se ocupó de su orden rápida y eficientemente.
La mujer le reportó el increíble cambio a su amiga.
—Supongo que le dijiste cuán pobre era el servicio—declaró.
—Bueno, no—dijo la vecina—. Es más, espero que no te moleste, le dije que estabas sorprendida por la manera en que maneja su farmacia, y que creías que era una de las mejor atendidas que jamás habías visto.
La vecina de esa mujer entendía que la gente responde al respeto. En efecto, la mayoría de las personas harán casi cualquier cosa por usted si las trata con respeto. Y eso significa aclararles que sus sentimientos son importantes, se respetan sus preferencias, y que sus opiniones son valiosas. Significa darles el beneficio de la duda.
¿Y tú, qué opinas? ¿El respeto se gana o se otorga? ¿Es derecho o deber? ¿Es obligatorio o voluntario?
Con frecuencia escucho y leo estas frases o sus equivalentes “el respeto se gana”, “hay que ganarse el respeto” . . . siempre escritas o dichas por alguien que intenta justificar la razón por la que no quiere respetar a otro o a otros. Recientemente, en un intercambio de ideas, una joven me dijo “decir que te parece que el respeto sea obligado,  yo como ser humano tengo dignidad” (cita textual, aunque algo sin sentido) . . . con eso quiso decirme (según el contexto de lo que hablábamos) que ella tenía tanta dignidad como ser humano, que no respeta a todos, sino al grupo que bien sabe respetarla. Por orgullo alguien puede pensar que posee una dignidad superior a la que realmente le corresponde, en consecuencia, exigirá un trato y respeto excesivo, y además querrá seleccionar con pinza a quien se “merece” su respeto.
Para mí el respeto no se gana, sino que se otorga. Cuando otorgas respeto lo ganas para ti mismo. Por otro lado, si esperas ser respetado por alguien para poder respetarlo, serías un hipócrita, que sólo amas a quien te ama, saludas a quien te saluda, y respetas a quien te respeta. Además cuando respetas a los demás, muestras que te respetas a ti mismo.
“Lograr el respeto de los demás siempre comienza con respetarse a sí mismo”
Nadie puede exigir con ley en mano que se le respete y ganarse por ello el respeto, por lo que nadie tiene garantizado el respeto bajo ninguna ley, de la misma manera nadie está obligado a respetar a otros mediante ley que se lo exija. Es por ello que lo considero un valor, un valor que se convierte en cuasi-derecho a ser respetado y cuasi-deber de respetar a todos. Nótese que usé “todos” en lugar de “otros”; gramaticalmente es más adecuado usar “otros” en esta frase, pero moralmente es correcto usar “todos” en el caso particular a que hago referencia.
No es obligatorio pero si voluntario, o como diría una gran amiga “no es obligatorio, es sólo para aquellos que conservan la moral y las buenas costumbres”
Respetar es aceptar y comprender al humilde y al engreído, al pobre y al rico, al sabio y al ignorante, es por pequeña o grande que sea alguna diferencia, física, moral o intelectual, situarlos en el mismo lugar y comprender su forma de ser, pues se comprende que ese ser humano se merece toda su atención sin importar su condición. Respetar es aceptar y comprender tal y como son los demás, aceptar y comprender su forma de pensar aunque no sea igual que la nuestra. Porque si creemos que alguien está equivocado ¿quién puede asegurarlo? aunque para nosotros lo está; creemos que otros están mal en su forma de pensar, pero ¿quién asegura que nosotros somos los portadores de la verdad? hay que aprender a respetar y aceptar la forma de ser y pensar de los demás.
¿Esperarás a qué otros empiecen a respetarte o comenzarás respetando tú?
Venezuela atraviesa hoy momentos difíciles donde el respeto “brilla por su ausencia”, desde los que hoy están en eminencia (y en este caso me refiero tanto a gobierno como oposición) hasta los activistas de uno u otro bando. En las redes sociales se evidencia la burla, la crítica destructiva y la amenaza como herramientas de defensa de posiciones, que termina ofendiendo siempre al contrario, esto no es respeto. Es momento de reflexionar y respetarnos unos a otros aun cuando tengamos diferencias.
¡Respeta a tu hermano venezolano, en éste crucial momento, se necesita!
Yo he aprendido a respetar a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos, a mis conocidos y también a los desconocidos, a los que dicen ser mis enemigos y a aquellos que a mis espaldas hablan de mí; aprendí que debo respetarlos, porque así me respeto a mí mismo. Es un asunto de dignidad y además es una condición sine qua non para que pueda lograrse la convivencia y la paz entre los seres humano y el ambiente que nos rodea. Recordemos la célebre fase de Benito Juárez:  "Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz", es decir, no hay paz si no se respeta el derecho de los demás.
¿Y tú, qué opinas?

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