Una
Gran Herencia
Dice
la Biblia en el libro de Salmos capítulo 127:3-4: “He aquí, herencia de Jehová
son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del
valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.”
Me
sentí muy bendecido por Dios el 1º de Agosto de 2006 cuando nació mi hijo Aarón
Gabriel, fue un día de larga espera, casi 16 horas desde que se manifestaron
los dolores de parto de mi esposa hasta el nacimiento de mi hijo, y aunque yo
estaba en el hospital, por razones de mal manejo de la información, me enteré
casi 4 horas después, es decir, para mí la espera fue de casi 20 horas. Mi hijo
hoy tiene 8 años y ha llenado de felicidad nuestras vidas, ha traído sonrisas,
alegrías, ha necesitado cuido, educación, enseñanza; no somos los padres perfectos,
pero hacemos el mejor intento con Dios dirigiendo nuestras vidas.
Hace
tres días, el 23 de Agosto de 2014, Dios iluminó nuestras vidas nuevamente con
el nacimiento de mi hija Luciana Estefanía, producto de un sano embarazo de mi esposa
de casi 40 semanas; fue extraordinario ver mi hija en manos de la Dra. Saraí
Monges, quien salió de sala de parto con mi hija en sus manos para mostrármela
cuando no lo esperaba, fue sorpresivo, maravilloso, inigualable, simplemente un
bello nacimiento, una gran herencia de Jehová.
Nuestro
reto es ahora criar a dos y no a uno, como lo fue hasta hace pocos días; es
darle amor equitativo, es prepararlos para la vida, es darle las herramientas
para que sean personas de bien, lo que me recuerda especialmente que los dos versículos
previos a la cita bíblica inicial (Salmos capítulo 127:1-2) dice: “Si Jehová
no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no
guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su
amado dará Dios el sueño.” De la que no se necesita mucha explicación.
Mi
petición es a mi Señor y Dios, que aumente nuestra fe, nuestra fuerza,
consolide nuestro carácter y nos enseñe a ser más como Él, pues ellos quieren
ser como nosotros.
Mi
especial agradecimiento a la Dra. Saraí Monges, quien no tiene tamaño para lo
mucho que sabe y la nobleza de su corazón; a mi madre, a mis hermanas, a mis
suegros y mis cuñados, que como familia unida han sido un punto de apoyo en el
proceso que nos trajo a Luciana Estefanía, a los hermanos Jesús Ramírez y Luisa
Suárez de Ramírez, cuya incondicional hospitalidad nos facilitaron la cercanía
a los centros médicos, clínicas y hospitales que necesitamos ir para exámenes y
evaluaciones; agradezco mucho también a aquellas personas que se escapan de mi
memoria mientras emocionado escribo éstas líneas. Y por sobre todas las cosas,
mi especial y gran agradecimiento a Jesucristo, el Señor Dios Todopoderoso, el Único
y Eterno, a Él sea Toda la Gloria, por los siglos de los siglos . . . ¡ ¡ ¡ AMÉN ! ! !
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